viernes, 28 de mayo de 2010

Orlando Filindo, y los Subtes


Típico día para

dejar todas las actividades

tal cual, como para aprender a usar una escalera

y tratar de suicidarse.


Típico día para

que las hojas seduzcan al viento

y para encontrar tu rostro en un espejo…

roto,… nuestro.


Besémonos, (solo cuando la luz se apague)

Golpeémonos, (solo cuando el puñal se clave)

Violémonos, (solo cuando tu piel baje,… y baje)

Matémonos, (solo cuando mis ojos se desgarren)


1

Orlando,

Filindo,

Siempre viajó en subte

y su amor se encontró atrapado

en una gran

tuerca de plata.


Yo lo pude ver,

cuando saltaba,

yo lo pude ver.


2

Una punta alta…

de plata, maltratada

inyectándose heroína

siendo alguien

que

escucha cantar

a sus Philips Morris.


Nunca me gustaron tus poemas,

ni tu voz

ni tus lentes, hermosamente trasparentes.


Anoche perdí mi libertad

y estoy totalmente agradecido.


Anoche te soñé en algún sueño

pero resulta

que era el sueño de otro.


3

Hoy te deseo,

te amo (y odio).

Te quiero, mucho, mucho,… si te quiero.


Pero tu libertad me encierra

y tu voz

me esclaviza,

siendo yo,… mi verdugo.


4

Orlando,

Filindo,

Amaba viajar en subte

y un día,… solo fue él.


Orlando,

Filindo,

¡Adoraba viajar en subte!

y la muerte,… solo lo dejó ser él.


Anoche perdió su libertad

y seguramente,

… esta agradecido.



A entre M's.



lunes, 17 de mayo de 2010

Lo' Bohemio


Puede creerse llover,

Sobre los sauces de primavera

y su sangre que renace.-¿Sobre fuego, canta,

o sobre infierno, llora?-.

(Escuchemos)

Un arrollo juega a ser un ebrio, y robusto:

.-Muerto sobre su misérica naturaleza de muerte-.

y sobre como algunos baños,

No tienen rima.


Double M.


*Poema en respuesta a En los baños públicos de Celeste de Julian L. Moreno, y a todos los cigarrillos asesinados por su nombre.


domingo, 9 de mayo de 2010

El Chico del Millón de Dólares

(Poema dedicado a Douglas Clarke)


Tu derecho de vivir ya se acaba,

y mi tiempo se agota una vez más,

¿Deseas a la muerte?

¿O te entregas a la cálida luna

que te apuesta en esta condimentada velada?


Podrán cesar aquellas miles de hojas,

a un país lejano, lejanamente se fugaran,

pero cantando bailamos, y dulcemente nos apareamos,

esa bruja ruje mostrando los dientes,

poseyendo una mirada sumamente perdida (en la niebla).


Si no sabemos la verdad, no conocemos al mentiroso

y mis dulces sueños vuelan y se esconden

vuelan bien lejos de aquí y vuelan, sobretodo, de ti,

Hacia el lugar donde nací,

Un lugar donde tenes preparado ir.

A entre M's.


martes, 27 de abril de 2010

El Negro Negra


Solamente dijo oración, lo recito tácitamente y al alzar el brazo pregunto si iba con “H”. Todos rieron, obviamente… los arboles si estaban sordos y el alboroto alcanzaba al cielo. Una sola mirada desnudo a Jimi Marcus Jones, y encima pertenecía a su profesora. La humillación pintaba su rostro, y este ahora poseía un evidente tinte naranja.

Salvajes diablos verdes, de izquierda a derecha, arriba y abajo. Niños que crecían rápido, y la inocencia en estos minutos fallecía en los brazos de preservativos y celulares. No podía descartar que, a pesar de toda repugnancia, aquellos garabatos mal pintados poseyeran su atención. Jimi era joven, demasiado para el mundo que lo esperaba fuera del aula, claramente llegaba al Edén pero no se atrevía a entrar. Entonces le quedaría raparse y ser humano.

Dos pequeñas alas (bien negras y brabuconas) planearon rozando su cabeza. Pudo identificar a ese cuerpo negro y volátil, era un punto. El barullo abría de terminar hace unos minutos, y el solo pensaba en su aroma (el prejuicio de saber que hay en aquellos diablos). Lo pensó, y siguió de largo. A la segunda ves que las alas aparecieron, impaciente temió. El sudor lo desnudo enérgicamente, se disfrazó de payaso y empezó a llorar. Claro que los números y la sintaxis no servirían en este caso, y una profesora tan indulgente no tendría la furia como para repararlo. Y como en toda historia, la mosca muere.

Lucy Wayne Lockhead falleció a las 5 de la tarde, y al día siguiente la noticia atesto los invariables pasillos del colegio. Aula tras aula, la muerte de la pequeña diva difundía el boca a boca local. A Jimi parecía no inquietarle (nunca supongan que era por la falta de importancia que ella le demostraba, sino que Jimi era un ser particular), la muerte no le podía hacer mas daño de lo que la vida le hacia y la vida no podía brindarle otro salvavidas. Paso a paso, un líquido verdoso lloraba de los ojos de las personas, y esos ojos permanecían inflamables. Preceptoras, profesores, alumnos, todos, todos, (y un poco mas de todos) permanecían azules.

Martha Gwen Greenwolfd, llamada por sus compañeros Marta-Green (en singulares ocasiones “MG” a secas), callaba en un rincón. Jim se aposento en el pupitre y ella permaneció a su izquierda, callada. El primer cuarto de la mañana fue violeta y sangrante, el segundo mejoró (e incluso los chicos retomaban sus diálogos), y ahí sonó lo campana del recreo. Jimi y su nueva compañera de banco, permanecieron sentados sin chistar. Pasaron varios engorrosos segundos, él dibujaba en su cuaderno y ella sostenía su cabeza con la mano. Jimi se animó a preguntar como se sentía, lo cual frunció la cabeza y afirmó que no estaba del todo bien. Incluso acotó, que por momentos sentía un frío seco y que por eso no bajaba al patio. Era un día fresco y deprimente, sin dudas, pero Jimi nunca llevaba puesto su saco. Entonces, de su bolso saco un pequeño chupetín que amenazaba desmentir al silencio, y sigilosamente se lo ofreció.

-Muchas gracias –Contesto, sosteniendo el caramelo.

-¿Cuándo fue la ultima ves que la viste? –Animó a preguntar, algo que llevaba dentro.

El tiempo juega de manera extraña, y baila acorralando de cerca a la muerte. En muchas ocasiones se ven claras marcas de sangre en el asfalto, cada una un símbolo y cada símbolo una fecha. Solo quedaba sacar el bolígrafo, la agenda, y empezar a anotar todos esos días. Le faltaría caminar por Rivadavia, o Alberdi, hasta llegar a flores, y ahí contar esos símbolos (pero de una forma alterada, para atrás en vez de hacia delante. Y si podía, de derecha a izquierda). Estas marcas raramente muestran amistad, pero el pasar de un mes le demostró a Jimi que los símbolos ocasionalmente son despiadados allanamientos a una realidad que puede (o no) existir. Y ella era realmente muy linda, de otra selva claro, de una especie violentamente cautivadora.

Ese día, Jimi escribió mas de lo normal en la clase de historia (particularmente a él le desagrada mucho su profesora), Martha-Green de ves en cuando le prestaba el ojo a sus escritos pero claramente no podía descifrar tales códigos. Se convirtieron en buenos amigos, siempre estaban juntos, exceptuando raras ocasiones de frivolidad empecinada. En el segundo recreo, siempre la acompañaba a comprarse un rico sándwich de queso, que ella abiertamente adoraba. Su amistad era tal, que en los pasillos el chisme de un reciente noviazgo era inevitable.

Ella siempre hablaba, pero hablaba de su relación con Lucy Wayne, y él adoraba escucharla y luego escribir. En las horas de historia, entablaban fuertemente discusiones, conversaciones, y como la profesora desnucaba la imaginación colectiva implementando libertades democráticas. Jimi era un hombre con ventanas claras, de fabulosas flores quiméricas. Sin embargo, los arboles seguían sordos y también de cabeza.

“Zae-Dindelek, un hombre del panamá.

El hombre que admira a las estrellas desde el rio, en el otro mundo, es el que afirma que una selva consiste de imaginación, y de verde… verde frio, tibio y caliente,… y de leones que no padezcan de la soberbia, y soberbias que no puedan morder como leones… hombres que dancen desnudos… y las danzas que se entreguen a los hombres… poetas en cada rama… y así palabras en cada suspiro del viento… los gobiernos surgen desde lo intimo de la sangre, donde cada hombre ve al futuro, encontrándose con el silencio… ”

La profesora no lo dejo acabar, interrumpió el ensayo acusándolo de desacato. Simplemente él quería exponer su descripción de “gobierno”, lo cual pertenecía a sus deberes, pero ella insistió en que carecía de coherencia. Al ver que la mayoría no comprendía sus palabras, se dirigió rápidamente al pupitre sin vacilar.

-Este mundo es triste –Dirigió su voz a Martha-Green.

Escribamos sobre las facultades, aquellas que un ser no posee al soñar. Hablemos de cómo ella lo mira, lo mira con encanto y perversión. La vida es un monopolio de tristeza, donde en situaciones extremas sentimos la carne, y a nuestro sexo. Ella cantaba, y el escribía sobre los ciegos y sobre el poco dormir. Pensemos en blanco, para tocar la mano del otro con mordaces guantes blancos. Solamente digamos que el mundo es tristeza y destrucción, por que sino nada valdría al mirar sus labios. Esos labios que el guardaba en su cuaderno.

-¿Qué escribís siempre en el cuaderno?

-Eso es algo secreto, algo que prefiero guardármelo -Le comentó nuestro protagonista.

-Sabes, yo también escribo, -Insistió-, y… podría darte alguna opinión acerca de tus ensayos.

-No, no creo que sea prudente a estas instancias. Ahora, ¿Sobre que deseas hablar?

-Hoy quiero invitarte a mi casa -Acoto pausadamente Martha-Green. Jimi, asombrado, afirmo cortésmente-. Me gustaría que vengas a la tarde, como buen amigo que considero que sos, a estas alturas de conocernos.

-Me agrada mucho la idea –Señalo con felicidad de espejo.

Llegó. Solamente tuvo que transitar cinco cuadras desde su casa, por lo tanto no requirió mucho esfuerzo el encuentro. Todos los relojes de Buenos Aires marcaron las 5:32, a exclusión del de Jimi que adelantaba 7 minutos. Admiro con elocuencia la portería del edificio, y noto que desde adentro Marta-Green esperaba su llegada sobre unos humillantes escalones de mármol que corresponderían a la escalera principal. Apresuradamente esta se levantó y corrió a abrir la gran puerta de mal vidriero, al saludarlo afirmó que su llegada le complacía y que tenía preparado té con galletitas de vainilla. Subieron hasta el quinto piso, donde entraron al departamento “C”, Jimi saludó a la madre de Martha (que cosía un singular estampado artesanal para algún tipo de uniforme murguero, o algo por el estilo) y luego permaneció en un rincón hasta que ella lo invitará a su habitación. "Vení, pasa" le reprocho con amabilidad y elocuencia pintándole una de sus mejores sonrisas. Jimi volaba y por momentos, creía ser un tucán. Se detenía en lo alto de las ramas para observar tácitamente a las hienas, a las cebras y también, por que no, a algún pobre aborigen que paseaba perdido. Pero él nunca pasaría de tucán, de chisme, de relator de boxeo, de pirómano. Su habitación adornaba al resto de la casa, sobre las paredes poseía posters y vinilos de los Beach Boys. En una mesita, en un rincón, se hallaban las tan alabadas galletitas de vainillas y dos tasas blancas de espumeante y cálido té. Callaron un rato, mientras ella seleccionaba detenidamente algún vinilo para reproducir. Eligió cuidadosamente Highway 61 Revisited.

La música reprodujo al silencio, y este apagaba las luces mientras morían en un ensordecedor estruendo. Ruido,… y gente,… y mierda,… y más gente de nuevo,... y mierda, mucha, mucha mierda,… y gente otra vez. Los pensamientos de Jimi morían en sus ojos. Amaba al cielo, y reinaba el ruido. Era su protectora, la protectora de la acción, que cantaba a pulmón (y silenciosamente)… cantaba, cantaba, y le cantaba a él. “No te dejes matar” le decía, y él la escuchaba. “Simplemente, sugiérele a la música que nos acobije, y que nos cuente sus secretos” seguía murmurándole.

Escucharon sentados, como piedras rodantes, y hablaron un poco (siempre comiendo galletitas de vainilla). Hablaron sobre las clases, y sobre quien sería el nuevo representante del curso. Lucy Wayne falleció sin haber cumplido sus deberes burocráticos, cuales reformas fallecieron con ella. Era tiempo de elegir a un nuevo líder, el cual debería presentar un discurso formal enfrente de todo el colegio, recordando la revolución del 25 de mayo. Él le insinuó ayudarle a postularse, a lo cual ella se sorprendió. “Quiero ser, el nuevo representante, aquel que trasmita su discurso y simplemente ría al hacerlo” le dijo. Ella dudó, pero al fin de cuentas, decidió que no seria mala idea. “Creo que podría ser una buena idea, a nadie le interesa el puesto y a decir verdad, te pareces mucho a Lucy Wayne” sugirió, bebiendo un sorbo del té.

“Te extraño L.W.L, tu mejor: M.G” notó Jimi sobre un papel muy bien decorado, colgado en la pared forrada en chocolate. Nada poseía sentido, y la música sonaba reproduciéndole “Te pareces mucho a Lucy Wayne” a cada rato. No dejaba de escucharlo.


BALADA DE UN HOMBRE DELGADO

Caminas por la habitación

con tu lápiz en la mano,

ves a alguien desnudo

y tú, tú dices, “¿Quién es ese hombre?”

Intentas entenderlo

pero no lo consigues;

esto es precisamente lo que dirás

cuando llegues a casa.


Levantas la cabeza

y preguntas, “Está eso dónde está?”

y alguien te señala

y dice, “Es suyo”

y tú dices, “¿Qué es mío?”

y algún otro dice, “¿Dónde está el qué?”

y tú dices, “Oh, Dios mío,

¿estoy aquí totalmente solo?”

Entregas tu entrada

y vas a ver al payaso,

que inmediatamente se dirige a ti

cuando te oye hablar

y dice, “¿Qué se siente al

ser como un aborto?”

Y dices, “Imposible”

mientras te tiende un hueso.

Ahora ves al enano de un ojo

gritando la palabra “AHORA”

y dices, “¿Porqué razón?”

y dice, “¿Cómo?”

y dices, “¿Qué significa esto?”

y te vuelve a gritar, “Eres una vaca.

Dame leche

o vete a casa.”

Caminas por la habitación

como un camello y luego frunces el ceño,

pones tus ojos en los bolsillos

y la nariz en el suelo.

Debería haber una ley

en contra de que rondes por ahí,

deberías estar hecho

para llevar auriculares.

Porque algo está ocurriendo,

y no sabes lo que es, no es así, Mr. Jones?

Bob Dylan, Highway 61 Revisited, 1965.

Esa preciosa dicha, es tu mujer Jimi. Hermosa reina de la miel, y de los ojos. Luces que cruzan la mente, y desembocan en la frialdad de tus razones. No viajes tan lejos, maldito protagonista, no te creas halcón. Pero tampoco dejes de pensar, y observar, y de creer que el mundo es un monstruo. ¿Y de que vale morir, o servir? O ¿De que vale preguntarse cual es la verdad y la razón? ¿Si eres de verdad tú, o solo un farsante? Es hora de irte amigo, y hazme caso en esto, mañana no triunfaras.

Las calles callaban a las viejas, se veía desde la ventana de Martha-Green, que apuntaba a la avenida José M. Moreno. En un momento, no hubo aire en la habitación y sus pieles se tocaron. Las galletas, el sahumerio, el aire, la piel, Dylan, los flacos, las viejas, las calles, Moreno, las baladas,… todo, todo caía al suelo en la miseria, donde Jimi permanecía con agrado. El surrealismo, y las películas de Jean-Luc Godard cobraban vida y morían a cada segundo. ¡Tanta sangre! ¡Tanta maldita sangre que desenchufaba a los monos! ¡Déjalos respirar veneno ágil y rabioso, déjalos saber que es lo que tienen! Todo era un frío poema de Goethe, o tal vez de Ataúd, pero nada estaba seguro, por que el niño era hombre, y el hombre era mujer, y la mujer era Dios, y dios era un león que creía ser niño.

Como el tiempo se detiene, vuelve a marchar, y la obra sigue en la segunda escena del tercer acto. Solo le quedaba acabar con el encuentro, llegar a casa, y escribir (¡Pero escribir mucho!). Le comentó, repentinamente, que debía volver para su hogar. Ella accedió y le informo que mañana votaría por él en el transcurso de la elección burocrática. De un salto se pararon y se dirigieron a la puerta. Jimi saludo nuevamente a la madre de Martha-Green y descendieron hasta la planta baja, donde ella le hiso saber el agrado que sentía por él y por la visita. Él le explico que era bueno tenerla a su lado todas las mañanas, y no dijo más. Tan solo se saludaron con un beso en la mejilla y él se fue.

-Bueno chicos, -al día siguiente, la profesora llamó la atención-, Debemos decidir quien será el nuevo representante del curso.

Jimi permaneció asombrado y callado. Escribía en su bendito cuaderno, mientras Martha-Green lo observaba. A nadie le interesaba el tema, algunos alzaban la voz para poder hablar con el compañero de al lado, otros hacían los deberes para las materias que quedaban en el día, y otros simplemente deseaban dormir un largo rato.

-¿Quién desea postularse para ser el representante del curso?

Sin vacilación alguna, dejó de lado su cuadernillo, bajo junto a su lapicera la retaguardia, y así alzó la mano. Todos voltearon las miradas hacia aquel ser desapercibido que nunca se hacia notar. Jimi les devolvió la mirada mostrando con rabia sus verdes dientes coléricos, y así previnieron tal alterado.

-Jimi, -La profesora elevó la voz-, ¿Deseas postularte para ser el próximo representante del curso?

-Así es, si a nadie le molesta mi postulación, desearía ser yo quien tenga la posibilidad de hacerle frente al discurso.

Nadie se negó, y la profesora puso mala cara. La decisión estaba tomada, Jimi Marcus Jones seria el nuevo representante legal y moral que el curso habría seleccionado. La profesora lo nombró, y le hiso saber que el discurso seria dentro de una semana exactamente. También, lo llamo para que se acerque a su escritorio donde le sugirió personalmente que Lucy Wayne habría preparado a comienzo de año un discurso muy convincente sobre la ocasión, le recomendó estrictamente que lo recite enfrente del público. Jimi suspiró, y ella guardando silencio busco en su gabinete el escrito. Al encontrarlo se lo dio, y él regreso a su lugar con el rabo entre las piernas.

-Este mundo, es triste. –Comentó nuevamente a Martha-Green, haciendo un bollo con el papel que la profesora le había entregado y lo guardo violentamente en su bolsillo.

La semana transcurrió rápidamente, sin embargo fue aburrida. Mañana mismo, Jimi tendría que presentar ante todos el discurso y someterse a lo que siempre pretendió: ser escuchado. Cada palabra estaba lista con exactitud de estarlo, y cada suspiro y silencio se presentarían con la oportunidad de golpear la cabeza de cada humano roto que presencie el show.

“Los peces vuelan, pero solo vuelan de noche” le explicó a Martha-Green. “Nadie entiende que la risa es producto de la euforia mezclada con la distorsionante enajenación”. Ella le preguntó si el discurso estaba listo, a lo cual él respondió que la improvisación es el mejor medio sugestivo que pueda existir. Ella le hiso saber que estaría con él para cualquier cosa que desee. Ella de verdad estaba segura que él era semejante a Lucy Wayne, su mejor amiga. Siempre se lo hacía recordar, y el solo escribía en su cuadernillo ocultando esa mirada de perdido, que siempre delataba sus intenciones.

Estando convencido de sus palabras, al terminar las clases disparó rápidamente a su hogar. Paso toda la tarde escuchando un disco de Big Brother and the Holding Company, que Martha-Green le habría prestado. De verdad, le gustaba la música. La voz de Janis Joplin pareciera aparearse con los fuertes estruendos provocados por la guitarra distorsionada de James Curley y Sam Andrew, claro, así lo describiría él. Llegó tal hora de la noche, en que apagó todo aparato eléctrico y solo se dedicó a merodear por toda la casa. Merodeó exactamente por una hora, sin dejar de mover las piernas (y sin quitarse su disfraz). Su madre no estaba, y él aprovechaba para pasearse por todo el lugar. Las paredes le hablaron, y los cuadros (que, apropósito de la ocasión, torció en una forma peculiar) le contaban chistes de Mafalda y, de ves en cuando, alguno de Gaturro. El simplemente los escuchaba, por que sabía que no había nada que comentar.

Las fibras que unían al techo se descocieron. Todo el cielo brilló, y este le escupía a cada rato para que él tragara el trozo de salivazo. Desnudo, corrió por los pasillos de la locura, pintados por esta noche de blanco. Pensaba en Martha-Green, en el mañana, en las viejas, y en como los leones se dedican a vagar, en vez de cazar. Era la hora de mostrar lo concreto y propio, dejo de lado lo abstracto y miró hacia la puerta del baño. Decidió entrar. Al dirigirse hacia allí, observo que cada paso que daba, creaba una rajadura en sus dientes. Parado frente a la puerta tan solo dijo “Yo Soy…” y la atravesó rápidamente. Esta se cerró.

Los pájaros lloraban, la mañana era naranja y una flor bordó invitaba a todos a pasar al patio. Jimi llegó, la gente se sentaba en las incomodas sillas de plástico, mientras él luchaba por llegar detrás de escena. Llevaba con sigo un verde portafolios, y vestía un gran saco marrón (el cual era de su padre, y estaba un tanto gastado), saludo a un par de compañeros de clase, y observó a lo lejos a Martha-Green. No la saludo, sin embargo, intercambiaron miradas y ella sonrió. Se alejó a la oscuridad, donde permaneció taciturno.

“Queridos Alumnos, profesores,…” en ese instante comenzó el acto. Jimi permaneció detrás de escena, suspiró… levanto el portafolios, apoyándolo sobre sus piernas. Lo abrió delicadamente, y dijo: “Yo Soy…”. Sacó de él un lápiz labial rojo, (y bien rojo). También admiro con delicadeza los múltiples instrumentos de maquillaje que sacaba. Ya era su turno, y disfrazado, salió “…Ahora con ustedes, Jimi Marcus Jones.”


Discurso del 25 de Mayo de 2008.

-Por las calles, se escuchan las dictaduras. En la gente se ven aquellos militares,… y les digo que son todos iguales. Mi país hoy se hunde,… y yo aspiró a ser un hombre perdido en el Panamá de cemento, que me traga. ¿Cuántas veces, ustedes, escuchan la irrealidad y la esperanza? Hombres que son ombligos en vez de humanos,… y sangre que es vino en vez de carroña…, y chicas que son hombres, en vez de Dioses...

Las flores (y la libertad) nos llaman, pero lo hacen sobre el silencio,… por que ahí es donde mas las escuchamos. Yo acusó,… por que me mando a acusar,… y acusó a esta realidad incoherente y desgraciada, que de muchas maneras, me hacen persona. Conozco las fabulas del amor y de la tristeza, cual a esta ultima le debó mi fortuna… Ustedes, no poseen nada,…

Zae-Dindelek, aquel buen hombre del Panamá, que debido a su desgracia de Hombre-Lobo, dividió sus entrañas a puño cerrado... hoy fallece sobre una piedra oxidada, sobre la credulidad y sobre sus propios ojos de bestia. Ustedes son el suelo,… un suelo carente de fertilidad, que se deja morir por las pisadas de los grandes elefantes rosas,… y yo soy estrella,… que de día es lobo… uno muy infeliz. Sobre la patria de mis corazones, puedo acusar a todos ustedes que esta dictadura mata gente,… pero a nadie le importa, ya que son peones del suelo, como ustedes,… semillas. Nadie libera su mente más que Dios,… pero nadie sabe lo que es “Dios” hasta que lo descubre en el verde… y yo solo puedo decir que el radica en mis ojos,… y en la estepa.

Hoy les vengo a hablar, de cómo ustedes maltratan la felicidad y a la catástrofe,… de cómo el mundo me empuja a ser alguien… al cual… el mundo quiere que sea…

…Solamente pregunte si “oración” iba con “H”… nadie merece tal destino, ni siquiera aquellos lobos. Hoy destruyo a la comunidad, por que ya no es hombre. Y esos puntos,… llamados a ser “moscas”,… son el diablo,… y el diablo que yo mismo creo en mí.

Solamente se decir que… “Yo soy…”

Yo soy Lucy Wayne Lockhead,… y nada lo va a cambiar en mi mente, nadie va a hacerme sacar mis maquillajes, ni nadie me va a dejar salirme de prisión,… por que es el costo de mis amores. Ustedes, esclavos del suelo, es hora que mueran,… es hora de que el lobo demande sus pertenencias, y se alimente de un apetitoso conejillo… No estoy bien,… ni mal,… ni loco,… ni sano,… solamente veo todo en blanco,… como las viejas de J.M.Moreno, que son calladas por aquella calle,… aquel suelo… aquellas almas de racionalidad, de incoherencia,… de magia y de espanto.

Soy, a elección, lo que no debería ser,… pero lo soy por que el viento me llama a ser,... y ahora me dice... lo que nunca debería ser dicho.

Las resoluciones del tiempo,… varían según nuestras bestias.

Así,… la vida,…no vale la pena.


A entre M's.

Escrito: Matias Maselli

Edición y diseño: Matias Maselli

Elección Fotográfica: Julian L. Moreno

Aclaraciones: Los nombres o factores resaltados en el contexto lugar/tiempo, no son coincidencia. Anuncio mediante el aviso que me he emprendido a escribir 3 obras literarias de distintos géneros(crónica, drama, novela) las cuales se publicaran a fin de año. Espero que les halla gustado este cuento, uno de los muchos que tengo en mi libro "Caballito/Boedo/Almagro".

Gracias y Chiarito.